HALLOWEEN EN LA BIBLIOTECA
Los días 29 y 30 de octubre celebramos Halloween en la biblioteca del IES EL ARGAR, decoramos la biblioteca, proyectamos cortos de terror y celebramos un concurso de cuentos de terror con los alumnos de la ESO.
En el concurso de cuentos de terror, la profesora de lengua Doña Carmen Galera ha seleccionado en el curso de 2º B de la ESO los mejores cuentos que son los siguientes:
LA CABAÑA
Llevo desde chiquitilla planeando un Halloween terriblemente
divertido y espectacular, en el que no sea solo disfrazarse e ir de casa en
casa pidiendo chuches, yo quería que eso se terminara ya. Me llamo Ana y tengo
18 años. Mis amigos; Sonia, Alejandro, María, Hugo y yo teníamos planificado
millones de ideas desde chicos para este Halloween pero de esas ideas solo
había tres buenas:
1- Hacer una fiesta en la mansión
abandonada del barrio.
2- Pasar la noche en el cementerio.
3- Quedarnos en casa de alguno de
nosotros.
Las ideas no es que tuvieran mucho éxito, pues ya íbamos mal
de tiempo para organizar la fiesta en la casa abandonada, en el cementerio hay
vallas muy altas que no somos capaces de saltar y ninguna de nuestras casas
estaba libre.
Quedaba una semana y todavía no teníamos nada así que nos
pusimos todos como locos a buscar alguna idea por internet. Buscando por todos
lados encontramos una página en la que se alquilaba una cabaña en la montaña. La
describían como una linda cabaña a las afueras de la ciudad donde tener
reuniones tranquilas con tu familia o amigos. La descripción era tan buena que,
como todos estábamos desesperados, de inmediato alquilamos la cabaña para todo el
fin de semana.
Llegó el viernes, el día más esperado y los cinco nos fuimos
en la furgoneta de mi padre. El viaje no se hizo muy largo, más bien demasiado
corto. Cuando llegamos a la cabaña, mi padre nos ayudó a descargar las cosas y
se fue inmediatamente.
La primera impresión fue la de una simple cabaña pero al
entrar la sensación fue escalofriante, a medida que dimos el primer paso nos
dimos cuenta de que el suelo de madera chirriaba, había telarañas por todos
lados y los espejos estaban rotos, por lo que era la casa perfecta en la que
celebrar el día de Halloween. Elegimos nuestras habitaciones y nos pusimos a
limpiar y arreglar algunas cosillas. Cuando terminamos ya era de noche y como
todos estábamos cansados nos fuimos a dormir. Durante la noche me desvele como
unas tres veces, en una de ellas me fui a beber agua, cosa de la que me
arrepiento… y ahora veréis por qué.
La cabaña tenía dos habitaciones, en una estaban los niños y en
la otra las niñas. Nosotras escogimos la que estaba al fondo del pasillo. Estaba
ya en la cocina cuando de repente escuché unas voces, voces que procedían de
las paredes, mi instinto me decía que podrían ser Hugo y Alejandro, pues ellos ya
saben lo rápido que me asusto y les encanta
hacerse los graciosillos…, por lo que no presté atención y me dirigí de
nuevo a mi habitación, cuando al pasar por el pasillo me di cuenta que las
paredes estaban pintadas con señales que dirigían hacia una esquina en la que
había un pequeña puerta.
A la mañana siguiente
me quede pensando en lo que había pasado por la noche. Sonia me preguntó que
qué me pasaba y le describí el suceso. Me dijo lo mismo que yo pensé, que los
niños querían hacerse los graciosos, por lo que no le di más vueltas. Pero al
enseñarle las pintadas de la pared me quedé estupefacta, ya que habían
cambiado.
Esa noche decidimos hacer juegos de miedo. Lo estábamos
pasando bien hasta que Alejandro sacó una tabla y propuso jugar a la Ouija.
Nosotras nos negamos en rotundo pero ellos ya estaban decididos. Al final nos
convencieron, y tras hacer 3 preguntas escuchamos algo romperse en la cocina, al
ir para allá vimos que toda la vajilla estaba rota. Nos dio bastante miedo,
sobre todo a Sonia que hasta decidió dejar de jugar pero ya no se podía…
hicimos otra pregunta y como consecuencia escuchamos el sonido de un cristal
partiéndose, fuimos hacia el cristal cuando vimos en la pared algo escrito con
sangre, ya todos estábamos muy asustados, cogidos unos con otros y para rematar
se oían susurros, como si alguien estuviera con nosotros en la cabaña.
Laura Montesinos Chacón
2ºB
JACK Y EL LICÁNTROPO
Paloma Ginel Castillo
En el fondo de un siniestro y oscuro
bosque, yacía en el interior de una cueva un ser muy extraño, una especie de
licántropo pero sin ojos. Se rumoreaba que algunos exploradores que fueron a la
cueva, jamás regresaron, así que los ciudadanos del pueblo los dieron por
muertos, asesinados por aquella bestia.
Un chico, llamado Jack, quedó el día de
Halloween con todos sus amigos para hacer una fiesta de disfraces en su casa a
las diez de la noche. Llegada la hora prevista, comenzaron a llamar al timbre.
Él se había disfrazado de vampiro, y algunos de sus amigos de calabazas,
brujas, fantasmas… Mientras los invitados charlaban y comían, alguien tocó a la
puerta, y como faltaban algunos por llegar, Jack abrió la puerta y saludó.
-
¡Hola chicos! – dijo
alegremente.
Pero no era ninguno de sus amigos, era una
especie de espectro, y él creyendo aún que era algún amigo suyo que se había
disfrazado muy bien, le dijo que pasase. El espectro, sin inmutarse, cogió a
Jack y se lo llevó sin rumbo conocido hasta que llegaron hasta un viejo puente
abandonado. Jack se dio cuenta de que era un espectro, porque había oído hablar
de estos seres, y se le pusieron los pelos de punta al ver a un auténtico
espectro, porque no se lo esperaba para nada. Era luna llena a las doce en
punto, y se escuchaba como los lobos aullaban sin cesar. Además, se veía como
lentamente se abría un portal con paradero desconocido. El espectro le señaló
que debía entrar, y él se quedó inmóvil, pensando qué cosas le pasarían ahí
dentro, algo bueno o algo malo. Un poco decidido, dio un par de pasos hacia
delante y el espectro, viendo que tardaba mucho en entrar, se acercó y le
empujó hacia el interior del portal.
Durante el viaje a ese misterioso lugar,
era todo oscuridad, nada de luz. Por un motivo ajeno al que su todavía joven
mente pudiese llegar a comprender, apareció en un gran lago cuyas aguas no
reflejaban nada. Eran aguas estancadas, verdes, mugrientas. Para nada
agradables a la vista. A lo lejos se podía distinguir como algo o alguien se
acercaba poco a poco hacia él. Aguantó unos segundos la respiración, y esperó
impaciente para saber qué es lo que estaba pasando. Cuando estuvo a 30 metros
de él, comprobó que era una bruja. Al llegar hasta él le preguntó muy seria y
con una voz la mar de rara:
-
Quién eres, de dónde
vienes y qué haces aquí.
-
Soy Jack – dijo
tímidamente – vengo desde Levon y no sé por qué estoy aquí. Sólo sé que un
espectro me ha empujado por un portal y he llegado aquí.
-
Bueno, como no sé qué
hacer contigo te llevaré a una mansión que estuvo abandonada desde hace mucho
tiempo hasta que llegamos nosotros – dijo severamente.
Fueron volando hasta la mansión y, por
cierto, visto desde el aire tenía forma de calavera. Bajaron hasta la entrada
donde fue recibido por unos guardias, que eran unos esqueletos. No había
lámparas, solamente candelabros con forma de cráneos rotos.
Por la noche, no conseguía dormir, porque
no conocía mucho aquel mundo en el que estaba, y además, oía gritos que
procedían de alguna habitación de la casa, y decidió explorar aquella gigante
mansión. Bajó las escaleras decidido y, cuanto más bajaba, los ruidos se hacían
más cercanos. Provenían de la planta baja. Pudo observar la puerta del enorme
comedor que estaba entornada de la que salía una luz y quiso acercarse. El
ruido cesó de repente y le pareció ver a
alguien salir del comedor, y como se asustó un poco, subió corriendo hasta su
supuesta habitación, creyendo que aquella persona le había visto e iba a por él.
Se acostó y se durmió.
Estuvo algunos días alojado en aquella
mansión. Se fue de allí porque todas las noches eran iguales, siempre el mismo
extraño ruido que provenía del salón, tuvo un poco de intriga, pero no se quiso
acercar, porque, a saber quién era y qué le podía hacer si le veía cotilleando.
Partió de aquel lugar rumbo a un bosque
que divisaba a lo lejos, era lo único que veía. Estaba bastante lejos, y si no se
llevaba comida se moriría de hambre. Cogió bayas y algún que otro fruto que
había en árboles. Para llegar tardó aproximadamente dos horas y media. Estaba
muy oscuro y siguió caminando hasta avistar una cueva que había. Entró dentro y
al instante, notó que era muy acogedor y estaba a buena temperatura, así que
decidió quedarse allí a pasar la noche. Como le encantaba tanto explorar los
lugares que visitaba, exploró un poco la cueva, por muy poco que veía. Al
principio pensó que era una cueva enana, pero al estar caminando durante medio
minuto, comprobó entonces que era muy grande pero, entonces, escuchó una
respiración, próxima a él. Avanzó un poco más, pero no vio nada más. En ese
momento, poco a poco pudo ver un enorme cuerpo peludo y se asustó tanto que
gritó y salió corriendo, perseguido por ese licántropo, que dedujo por cómo
era, pero le extrañó al ver su cara, que no tenía ojos. Corría y corría sin
parar y sin mirar atrás y lo último que recordaba es cómo le atrapaba y le
mataba descarnándole con sus uñas y cortándole la cabeza. Mientras subía al
cielo, pensó que dónde dejaba los cuerpos ese extraño licántropo para que ahí
en la cueva no hubiese ni rastro de ningún humano.